Incomprensiblemente, en contra de lo que me dictaba mi cabeza, mi cuerpo y mis piernas, casi inconscientemente salgo corriendo del box arreado y llevado por los ánimos de la fabulosa "marea azul amarilla", iniciando así "in extremis" el último sector de carrera a pie. No me lo creía ni yo.
Ya os digo, mi cabeza, mi cuerpo y mis piernas se negaban a correr, pero mi corazón, el que realmente mandaba en esos momentos, era el que me hacía dar zancada tras zancada en estos primeros metros del tramo. La sensación era muy extraña: corría como si la cosa no fuera conmigo, como si yo no fuera yo y fuera otro el que estaba corriendo, como si las piernas tuvieran vida propia y las movieras una fuerza externa desconocida,... menudo gran plomillazo llevaba dado el coco en esos momentos. Eso de llevar ya casi 5 horas compitiendo y sufriendo, sin comer nada o casi nada, me estaba pasando seriamente factura y estaba mermando de sobremanera mi capacidad mental y cognitiva. Pero os lo juro, en esos momentos creía que las piernas iban por si solas...que ahora ya recuperado del plomillazo, os puedo asegurar que pese al desgaste mis piernas las movía yo realmente, ayudadas gracias a dios por la ligera pendiente descendente de estos primeros kilómetros y no por ningún ente y/o fuerza desconocida. Menudo toque tenía dado en el coco.
En estos momentos de enajenación y confusión mental, lo que si tenía claro era una sola cosa: en las condiciones que iba, a las primeras de cambio cuando la carretera empezara a picar hacia arriba, tendría que dar carpetazo a mi Titan. Los músculos de mis piernas no daban para más y mi cabeza, pues ya lo estáis comprobando, para menos todavía. "A ver hasta donde soy capaz de llegar, yendo como voy"... era mi único propósito en esos momentos.
Ya os digo, ayudado por la pendiente favorable de estos primeros dos kilómetros, desciendo de boxes dirección a Algodonales..."Algodonales, puffffff no queda lejos eso, hasta allí va a llegar un guardia...o lo mismo mi amigo el ente y/o fuerza externa desconocida me ayuda a llegar hasta allí no?". Gran plomillazo tricaletero.
Ya os digo, mi cabeza, mi cuerpo y mis piernas se negaban a correr, pero mi corazón, el que realmente mandaba en esos momentos, era el que me hacía dar zancada tras zancada en estos primeros metros del tramo. La sensación era muy extraña: corría como si la cosa no fuera conmigo, como si yo no fuera yo y fuera otro el que estaba corriendo, como si las piernas tuvieran vida propia y las movieras una fuerza externa desconocida,... menudo gran plomillazo llevaba dado el coco en esos momentos. Eso de llevar ya casi 5 horas compitiendo y sufriendo, sin comer nada o casi nada, me estaba pasando seriamente factura y estaba mermando de sobremanera mi capacidad mental y cognitiva. Pero os lo juro, en esos momentos creía que las piernas iban por si solas...que ahora ya recuperado del plomillazo, os puedo asegurar que pese al desgaste mis piernas las movía yo realmente, ayudadas gracias a dios por la ligera pendiente descendente de estos primeros kilómetros y no por ningún ente y/o fuerza desconocida. Menudo toque tenía dado en el coco.
En estos momentos de enajenación y confusión mental, lo que si tenía claro era una sola cosa: en las condiciones que iba, a las primeras de cambio cuando la carretera empezara a picar hacia arriba, tendría que dar carpetazo a mi Titan. Los músculos de mis piernas no daban para más y mi cabeza, pues ya lo estáis comprobando, para menos todavía. "A ver hasta donde soy capaz de llegar, yendo como voy"... era mi único propósito en esos momentos.
Ya os digo, ayudado por la pendiente favorable de estos primeros dos kilómetros, desciendo de boxes dirección a Algodonales..."Algodonales, puffffff no queda lejos eso, hasta allí va a llegar un guardia...o lo mismo mi amigo el ente y/o fuerza externa desconocida me ayuda a llegar hasta allí no?". Gran plomillazo tricaletero.
"Ira pero que tengo en mi mano???...un bidón de sales???...oleeeeee y yo pasando sed con el calor que hace"... Mi sistema sensitivo igualmente estaba tan debilitado que ya ni padecía ni sentía. Ni me había percatado de que mi mano llevaba un bidón de sales que había cogido de mi box , como ya es costumbre en mis tris largos, al iniciar el tramo a pie. "Po buchito para la buchaca...ahhhh¡¡... sus muertos". Al hacer fuerza con la mano para apretar el bidón para beber de él, se me cogen los músculos y tendones de los dedos, para que os hagáis una idea de como iba en esos momentos. "Oju que papeleta la mía".
Justo cuando llego a los últimos metros de bajada, antes de complicarse y endurecerse el recorrido, a mano izquierda, visualizó de nuevo a mi querida Sonita con cámara en mano, filmando fenomenalmente este momento de carrera que a continuación os mostramos (en esos momentos quiero que tengáis en cuenta que iba poseído por mi amigo el ente o fuerza externa desconocida, que si lo apreciáis iba unos centímetros por delante mía)...
... eso era lo que necesitaba precisamente en esos momentos: ver a mi niña, justo en el instante en el que tema se empezaba a complicar y a endurecer, ya que para abajo como veis en el vídeo pese al desgaste de mis piernas simplemente iba, pero para arriba cuando el recorrido empezara a picar, estaba seguro que no podría continuar y allí me quedaría.
Cuando vi a Sonita, de nuevo pequeño arrebato de esos que me dan tan a menudo, pero ya de menor magnitud (no me quedaban fuerza ni para emocionarme)..."TriCaletero vamos allá cojones, no des tu brazo a torcer, llevas 5 horas sufriendo, que más da dos horas más..., por ti, por tus cojones, por Sonita y por tu gente, esto lo tienes que terminar aunque sea a gatas y arrastrándote".
De repente, y mientras estoy ensimismado en mis pensamientos motivadores interiores y antes de encarar los primeros repechitos y cuestas del recorrido a pie, veo saliendo del arcén izquierdo a un chavea con una camiseta gris de algodón de poco-triatleta, cruzando la carrera con un dorsal en la mano. A los segundos me percato que el chavea de la camiseta gris, corre apresurado hasta mi posición colocándose el dorsal. Focalizo mi vista también muy mermada por la falta de glucosa en sangre, y cual fue mi sorpresa, el chavea del arcén con la camiseta gris de algodón, resultó ser mi gran amigo y mejor triatleta Mikel Angel. "Migueeeee que haces tu aquí cojone???". "Pues acompañarte un poquito amigo que ya veo que te hace falta". "Po del carajo ya somos tres, tu, yo y mi ente y/o fuerza externa desconocida oleeeeee". Pues si que me hacía falta, sobre todo porque el plomillazo en el coco como veis no remitía.
No vea el cablazo que me hecho mi amigo Mikel Angel, en estos momentos de carrera cuando ya encaraba los primeros repechitos y primeras cuestas duras de consideración. ¿ Que porqué?. Porque no os lo vais a creer, mi ente y/o fuerza desconocida externa a las primeras de cambios y cuando la carretera se puso a picar hacia arriba se quitó del medio y me dejó tirao. Siempre arreado y animado fenomenalmente por mi amigo Miguel Angel, pude superar este primer escollo, encarando gracias a sus ánimos y apoyo estas primeras cuestas y constantes subi-bajas previas a Algodonales, la cuales me veía incapaz de subir debido a mi estado.
Miguel mientras corría a mi lado, además de animarme y arrearme en cada uno de los repechitos, intentó y reintentó hasta la saciedad que desterrará de mi mente la idea de "no llegar a meta" y que me evadiera de todo el sufrimiento, dolores y molestias. "Migueeeeee muchas gracias por estar en estos momentos tan duros conmigo...no vea el palo que me llevé con mi ente y/o fuerza externa desconocida cuando me dejó solo frente a la primera cuesta, menos mal que tu estuviste ahí, sino ya te digo yo que en esos primeros repechitos me hubiera parado, incluso si me apuras caído de espalda tal como iba .".
A unos dos kilómetros de Algodonales, y tras haberme acompañado y animado en esta parte inicial del recorrido, el gran Mikel Angel me dejó para poder acompañar de igual manera que hizo conmigo al gran Fernandón (amigo y colega suyo que ya iba de vuelta).
Como Garry Cooper, me quedé de nuevo solo ante el "peligro". Peligro porque ya estaba llegando al culmen de mi sufrimiento..."Pufffff...como siga corriendo una de dos, o caigo en redondo con un "pajarón de aupa", o se me acalambran los isquios de tal manera que no me pueda ni dar un paso más". Pues nada, a mitad de uno de estos repechitos del camino hacia Algodonales, no me quedó otra que parar de correr y comenzar andar por primera vez en el tramo, porque mis isquiotibiales y yo mismo en general estaba ya a "puntito de caramelo". Retortijones, fatiga, mareo, visión borrosa, oídos taponados, incluso sudor frió con el que me asusté un poco a lo primero, pero que después lo agradecí de sobremanera, porque no vea el fresquito más bueno que sentí por todo el cuerpo, lo cual es de agradecer con el calor que estaba haciendo.
Aprovecho la deambulación para beber de nuevo de mi bidón y para enchufarme una glucosa de cafeína que falta me hacía porque ya veis que estaba en las últimas..."Si antes no la he devuelto, ahora tampoco creo yo que lo haga no??? porque si no ya sería el remate". Tenía que llevarme algo a la boca, estaba desplomado, las piernas me pesaban toneladas y cada paso se estaba convirtiendo en un auténtico calvario.
También aproveché más arriba, para mear a la sombrita debajo de un puente antes de encarar la subida a Algodonales. Para que os hagáis una idea, del estado en el que me encontraba y del nivel de deshidratación que llevaba en to lo alto, de nuevo se me cogieron y acalambraron los dedos de la manos cuando intenté sacar el "pajarito" por debajo del perní del elástico de la pierna del mono. Impresionante, pero también muy doloroso. En está ocasión directamente pasé de escurrírmela por si las moscas". Que papeleta la mía.
Termino de mear, y encaro corriendo de nuevo sin más el último repechito de consideración antes de encarar la subida a Algodonales. "A ver si tengo cojones de subirlo corriendo...pufffff". Cuando lo comienzo a subir, por mi lado pasa mi gran amigo Charlie con el coche. Veo como para unos metros más arriba. Sale del coche con su cámara en mano y me digo..."No pares de correr caletero, no pares de correr que el Charlie te va a echar un foto, la cual después todos verán, y ya sabes que tu como Triatleta tienes una categoría, y no te pueden ver andando en medio de un tri". Triatleta de categoría, ahora me rió yo de eso de Triatleta de categoría. Dicen que más vale una imagen que mil palabras, y también dicen que la cara es el espejo del alma, pues miren la carita que llevaba en esos momentos el Triatleta de Categoría...
Le eche cojones al tema, y dicho repechito tras muchos sufrimiento lo subí corriendo en su integridad. Una vez que subí el repechito con las piernas acalambradas duras como "dos columnas romanas", exclamé a los cuatro vientos mirando al cielo..."Puffff...Dios pongo por testigo que el TriCaletero no hace más el Titán en su puta vida". "Hijo mio, porque dices esos improperios, y más aún hijo mio, porque mientes???...eso no está bien y lo sabes, no me hagas enfadar...yo tu padre pongo esas palabras tuyas en duda, porque eso no te lo crees ni tu mismo, ahora piensas que no volverás al Titán, pero verás como cambias de opinión cuando llegues a meta, porque llegarás te lo aseguro, aunque eso me haga hacer horas extras". Como veis, el plomillazo en el coco, no remetía, sino que iba empeorando por momentos.
No obstante, las palabras del omnipresente, que os juro resonaron en mi cabeza, me animaron de sobremanera. Oju que plomillazo chikillo. Como veis ya me agarraba a lo que fuera para poder continuar con la prueba.
Tras el repechito ande unos 300 m. recuperándome del esfuerzo, hasta llegar al inicio de la ascendente carretera de acceso a Algodonales. Una vez que llegué allí, la quise comenzar de nuevo corriendo...bueno corriendo no, vamos a dejarlo en trotando. Tras solo 200 m. de ascensión, no me quedó otra que parar y andar de nuevo. No podía más. Estaba muerto. Mientras subía me crucé con mi amigo y gran triatleta de larga distancia Manuel Olmo..."TriCaletero esto lo tienes que acabar en?". "No te preocupes Manuel, que sino acabo yo con él, él va acabar conmigo...voy muerto".
Poquito a poco, y paso a paso fui subiendo dicha carretera. No tenía fuerzas ni para levantar el brazo para coger algo del avituallamiento allí situado..."¿Chaval quieres algo?"...me dice un voluntario del aviatuallamiento, al cual le contesté desde lo más profundo de mi alma con la mirada al suelo y sin levantar la cabeza ..."Un sofá pisha, un sofá".
Por fin llegó arriba, a la entrada de Algodonales. Allí me coge mi compi de Club el gran Rubencito, así como me cruzó con mi compi también de club, Jaime, que ya iba de vuelta. Los dos se veían muy enteros, y me digo yo..."po yo no voy a ser menos, no quiero que me vean pasándolo mal, que sino poca carga me queda después". Me vengo de nuevo arriba. Posiciono mi cuerpo de nuevo de manera erecta. Subo la cabeza. Subo los hombros. Sacó una sonrisa. Comienzo a correr hacia el centro de Algodonales aprovechando una pequeña cuestecita favorable situada en la entrada de la población serrana. Les simuló que voy bien y que tengo la situación totalmente controlada (por los cojones)... "Vamooosssss Jaimito, Vamoossssssss Rubencitooooooo esto lo acabamos nosotros con dos cojones y un palito".
De seguido, sigo corriendo hacia la plazoleta del centro de Algodonales donde se giraba. A Rubencito incluso lo dejo atrás. Un nuevo subidón se acomete en mi organismo, propiciado en parte creo yo, por la cafeína de la glucosa que me tomé antes de llegar a Algodonales.
Al llegar a la plazoleta sigo corriendo, animado y arreado por la gente allí agolpada viendo pasar a los fundidos triatletas. Bueno fundidos fundidos todos tampoco...ya que entrando en la plazoleta me impresionó a un tri-colgao bailando, zancando y saltando al ritmo de la palmas de los Algodoñelos. "Po zi que los hay más colgaos que yo, pego yo el saltó que acaba de pegar el tío este en medio de la plazoleta y me caigo en rendondo en el suelo a esperar al 061". Pese al desgaste, sigo corriendo por toda la plazoleta...("no pares, TriCaletero, sigue corriendo que aquí hay mucha gente."). Giro la plazoleta. Suspiro. Resopló. Las piernas como "dos columnas". Sigo corriendo..."no pares TriCaletero, no pares, que hay mucha gente...ahora cuando pases la plazoleta paras, que aquí to er mundo te está mirando...menua vergüenza". Paso la plazoleta. Salgo de ella, con los aplausos y ánimos de los Algodoleños resonando en mis oídos.
A unos 100 m. una vez que salí de ella, por fin paro frente a la balustrada de un bar, justo en el momento en el que las bolas de los gemelos se me estaban subiendo. Me pongo a estirar los gemelos y para disimular un poco le pido a la dependienta del bar, que me rellene mi bidón. "De agua no???". Me pregunta. "Si de agua, muchacha...porque como me lo llenes de Cervecita, ya te digo yo que me quedo aquí en la terrasita sentaito tomándomelo, y que le den por culo al puto Titán de los cojones, porque vaya tela". ". Le contesto resignado, mientras se dirijía riéndose de mí hacia dentro del bar.
Mientras estiro y mientras me llenan el bidón de agua, me coje de nuevo mi compi Rubén. "Vamooossssss Rubencito Vamooossssss esto lo terminas tu, con dos cojones y un palito". Como veis ya no le decía "esto lo terminamos" en plural, porque en la condiciones que estaba tenía muy claro que tenía todas las papeletas para no llegar a Zahara y no terminarlo. Tarde o temprano tendría que parar. Mis piernas no daban más de sí, ya estaba tocando fondo. A partir de ahí, las paradas para estirar los diferentes músculos de mis piernas serian ya continuas y constantes.
La muchacha por fin me llena el bidón y me alejo del bar de nuevo a trote cochinero. Me animo de nuevo, y comienzo a correr muy poquito a poco. Alcanzo a Rubén una vez más. Corro unos metros a su lado. Tras dichos metros, me adelanto y me alejo poco a poco de él (ya sabéis que no se correr despacio) ayudado por la pendiente favorable de la cuesta de acceso a Algodonales por la que antes subimos.
Una vez que salíamos de Algodonales, había unos 400 m. de bajada, hasta encarar de nuevo la carretera de Zahara. Mientras bajaba, me percaté que pese al sufrimiento y pese a mis nefastas condiciones físicas había sido capaz de llegar hasta Algodonales, y que ya había iniciado el duro camino de vuelta. "Eso es TriCaletero, con dos cojones y un palito, has llegado hasta aquí, ahora hasta donde el cuerpo aguante, vamoos vamooossss go go go¡¡.
Empiezo a descender aumentando el ritmo..."ahhhhhh¡¡¡ sus muertos". Al ampliar la zancada bajando se me coge mi amigo el isquiotibial derecho. Parada inmediata, y me puse a mirar la punta del tenis derecho, intentando estirar el isquiotibial de los cojones. Estiro, Estiro y lo estiro. Comienzo andar despacito, comienzo a trotar despacito, y comienzo a bajar de nuevo poco a poco corriendo de nuevo acortando la zancada lo más posible.
Llegó de nuevo al puente donde antes meé, y a la sombrita estiro otro poco, ya que a unos 200 m. empezaba de nuevo a complicarse el tema.
A unos 100 m. del primer repechito ya de vuelta hacia Zahara, me tengo que parar de nuevo de nuevo aquejado de mis isquiotibiales .¡¡ Pufffff...Dios mio, cada 100 m. me estoy parando para estirar Pufffffffff...vaya tela ¡¡. Tras estirar los isquiotibiales, me vuelvo a incorporar, y al subir la cabeza hacia arriba, me da un mareazo de consideración. La vista se me nubla. Los oídos me zumban. Me reclinó de nuevo. Las dos manos sobre las rodillas. El sudor frió cae sobre el asfalto. Me quedo quieto temiendo lo peor..."TriCaletero, me parece a mi que hasta aquí hemos llegado...y reza porque haya alguna ambulancia o alguien cerca...porque en breves segundos caes al suelo". Respiro de manera dificultosa. El aire parece que no me entra. Pese a ello, y por primera vez en todo el Titán, intentó no ponerme nervioso y controlar la situación. Siento el corazón latirme fuertemente en el pecho. Empiezo a respirar muy profundamente. Así lo hago sin moverme durante un par de minutos. La cabeza hacia abajo. La mirada en el asfalto, contemplando como las gotas de mi sudor caían al suelo lentamente desde mi rostro...(que bonita me ha quedado esta úlitmo trozo no?...Murakami tiembla....jejeje).
Parece que el mareazo gracias a Dios va remitiendo poco a poco. Levanto la cabeza y me reincorporo con sumo cuidado. Sigo respirando profundamente. Bebo un poco de agua del bidón y me hecho otro poca encima de la nuca y la cabeza . En ese instante, y una vez más se me pasa por la cabeza seriamente tirar la toalla. Aún me quedaban algo más de 8 kms. aproximadamente hasta meta. Mucha tela para como estaba. Estoy apunto de sentarme en unos de los "mojones" de la carretera.
Miro el horizonte. A lo muy lejos visualizo Zahara. Resoplo. Suspiro. Me vuelvo a emocionar. Tiró de lo único que me quedaba ya: de mi orgullo y de mi corazón. Aprieto los dientes. Intento venirme de nuevo arriba para no sentarme en el mojón del arcén. Me acuerdo de mi Sonita, de mis padres, de mis sobrinos, de mis colegas, me acuerdo de todo lo que he tenido que sufrir y sacrificar para estar en el Titán, en ese mi Titán. Me acuerdo de mi blog, de este blog, en el que no perdonaría encabezar el titular de la crónica del Titán con algo así como "Nuestro Triatleta Caletero no pudo muy a su pesar con el Titan". Miro el gps..."¡¡ Vamooosss coño Vamooosssssss ¡¡...tengo más que tiempo suficiente para entrar dentro de las 8:00 horas, incluso andando llegaría, justito, pero llegaría...Vamooossss Vamooos ¡¡".
Me acercó al "mojón". Me pongo frente él. Resoplo. Pongo la pierna encima de él. Estiro el Isquiotibial. A los segundos bajo la pierna. Miro al Mojón, le escupo y le digo: "Mojón, un mojón pa ti, hay se va sentar "Rita la cantaora", porque el "TriCaletero" sigue con el Titán que tiene mucha gente esperándolo en Zahara". Inspiro llenando los pulmones de todo el aire posible. Resoplo y comienzo andar de nuevo, ascendiendo poco a poco este primer repechito del camino de vuelta.
Ando, ando y ando siempre mirando Zahara al fondo. Coronó el repechito. Comienzo a trotar de nuevo. Ahora la pendiente es favorable. A veces voy hacia abajo y a veces voy llaneando. En dicho terreno, la musculatura siempre que mirara por ella y no me pasara no se me cogía, ni se me acalambraba. Por allí me encuentro con mi amigo Antoñito Benitez, el cual iba de voluntario y apoyo con su bicicleta, dando bidones de agua a los Triatletas. No me pregunta ni como voy, porque era muy pero que muy evidente y a simple vista como iba.
Tras esta parte favorable, llego a otro repechito de consideración. Antes de acometerlo, paro unos segundos y estiro la musculatura. Una vez que la estiro, pienso si hacerlo corriendo o hacerlo andando. Decido creo que acertadamente subirlo andando. A partir de dicho momento, dicha sucesión de actos, se repitió en todos y cada unos de los repechitos del recorrido de vuelta. Primero estiraba y luego los subía andando, solo corriendo o mejor dicho trotando cuando el terreno llaneaba y/o era favorable.
De dicha manera, y parando en multitud de ocasiones para estirar, discurren muy lentamente los kilómetros y los repechos. A mitad de uno de ellos, me tomo el único gel que me quedaba. Parecía que por kilómetro que pasaba y por metro que me iba acercando a Zahara, me iba animando y viniendo arriba poco a poco un tanto más. "Solo 6 kms. para meta, venga coño vamoossssssssss¡¡".
Sin más pena que gloria y siempre concentrado en no forzar más de lo necesario mi más que maltrecha musculatura, me encajó frente a los temidos kilómetros de subida continua a la presa, donde la carretera picaba constantemente hacia arriba sin descanso alguno hasta llegar al pantano. "¿Como coño voy a subir hasta allí arriba?. Me pregunto a mi mismo. "Puffffff...lo que daría yo ahora por un teleférico". La cabeza aún se me iba de vez en cuando.
Tras estirar unos segundos encaro sin más estos duros miles de metros de constante ascensión, por supuesto andando. Empiezo poco a poco a subir. Por mi lado me adelantan un par de triatletas a trote cochinero, que me animan al verme andando. Al pasarme me pego a uno de ellos, que va un pelín más lento y comienzo a trotar a su ritmo...(hasta en esas circunstancias no pude resistir no picarme). Gran superpique a trote cochinero que protagonizamos ambos en toda regla. A un espeluznante ritmo de 7:45 min. el kms. nos batimos codo con codo en una "lucha" encarnizada para llegar el primero a la presa. En una de esas que veo que se limpia el sudor de su cara, le hago un cambio de ritmo inesperado y me alejo de él a un ritmo demoledor de 7:30 min. el kms. A dicho ritmo en un plis plas, le saco un margen de 12 metros. Pero de repente, cuando me las deseaba muy felices mi jodido isquiotibial me hace parar, perdiendo dicha fabulosa ventaja que le había sacado. Mientras estiro me vuelve a adelantar. Ahora es el que me saca, unos 14 metros. Pero el no para, no anda, sigue y sigue corriendo a sus 7:45 min. el kms. De nuevo comienzo a andar a unos 8:45 min. el kms. Veo que se me está yendo poco a poco, y aumento mi ritmo de deambulación a 8:15 min. el kms. Veo que no es suficiente, ante lo cual comienzo a trotar de nuevo, ya a 7:40 min. el kms. Metro a metro, segundo a segundo le voy recortando de nuevo terreno. De nuevo lo alcanzó. De nuevo lo adelantó. De nuevo me alejo de él. De nuevo me acalambro. De nuevo me paro. De nuevo me alcanza. De nuevo me adelanta. Y de nuevo se vuelve a repetir la historia una y otra vez en toda la subida hasta la presa.
Con el insurso piqué, no me había dado ni cuenta, pero había llegado a la presa y ya estaba de nuevo pasando por boxes. Allí paro de nuevo para estirar mi musculatura dura como el marmol. El triatleta que me venía acompañando, aprovechando la parte llana de la carretera del pantano, aumentó su ritmo y se quitó del medio..."Gracias Compadre no veas el cable que me has echado con el pique".
Tras estirar, me propongo correr la parte llana de la carretera del pantano. Si cuando bajaba en bici precisamente por allí lloraba desconsoladamente pensando que el Titán para el TriCaletero había acabado; ahora de nuevo, más de una hora y media después, al pasar de nuevo por la misma zona comencé a llorar de nuevo como un niño chico, pensando por primera vez en todo el Titán desde que dio el pistoletazo de salida, que si era posible que lo pudiera terminar. Después de tanto y tanto sufrimiento solo me quedaban algo más de 3 kms. para llegar a esa soñada plazoleta, pero no nos engañemos menudos 3 últimos kilómetros que me quedaban, que yendo como iba no las tenía aún todas conmigo.
La parte llana de la presa, la hago en su plenitud corriendo. Una vez que la paso, de nuevo tengo que parar para estirar. Tras ello, comienzo a andar de nuevo dirección al cruce de Zahara, próximo objetivo intermedio. Mientras me dirijo hasta allí andando poco a poco, me encuentro por el camino con mi compi de Club Pepe montado en su bici. Por cortesía y solo por cortesía, me pregunta como voy..."Pepe, que como voy??? quieres que te responda...es muy evidente como voy no?". Pepe ya no me abandonaría hasta llegar a la plazoleta. Arreado y animado por el mismo,..."TriCaletero vamos a correr otro poquito no?"... Pepe fue testigo de mis últimas zancadas corriendo en el Titan...que cocretamente fueron un total de 21 zancadas. Tras estas 21 zancadas, y a unos 300 m. del cruce de Zahara, decidí no correr más y hacer los últimos kilómetros andando en su integridad hasta la plazoleta; uno porque ya no podía dar ni una zancada más, sin que mis isquiotibiales se me cogieran y dos y fundamentalmente, porque ya sabéis como son los últimos kilómetros de la carrera a pie del Titán, con sus más que duras rampas que si en condiciones normales cuesta subirlas hasta andando, pues imaginarse ahora en la condiciones que iba como para hacerlas corriendo.
Sin más llegó al cruce de Zahara, siempre fenomenalmente arropado por Pepe, que no para de darme ánimos y no para de hablarme para que mi sufrimiento sea más ameno y llevadero.
Poco a poco, y mientras Pepe, me cuenta el estado de sus huevecitos recién intervenidos (que krak¡¡), asciendo los primeros rampones que conducen al centro de Zahara. "Puffffff...Dios mio". Me cruzó con Juan Antonio Bruzón, David Waltrapa y Mamen, que me dan ánimos y fuerza para esta parte final, que para como iba, bien me iban a hacer falta. Las pulsaciones me suben exactamente igual que como si las estuviera subiendo corriendo. En cada paso, los isquiotibiales se me tensan e intentan acalambrar. No se cuantas veces, me pare para estirarlos y para intentar que finalmente no se me acalambraran. De nuevo, la pérdida de visión, los zumbidos en los oídos y los sudores fríos hacen acto de presencia. "Pepe, no me quite ojo por tu madre". Me paró. De nuevo no me entra el aire. De nuevo controlo la situación. Respiro profundamente igual que antes. Parece que se me pasa. Sigo ascendiendo andando muy poquito a poco, consciente de lo poquito que me quedaba ya. Por ello, me emociono y comienzo a lloriquear.
Dejó la carretera que va hacía el Puerto de las Palomas, y me desvió hacia la derecha, dirección al centro de Zahara, no si antes subir por su taconcito que mi trabajo me costó incluso andando. "Puffff...voy frito, frito". Allí viene a recogerme también mi gran amigo el Fernando el Tragabuche y Chayanne. Pepe, Fernando y Chayanne, no dejan de animarme y arrearme en ningún momento. "Vamooos Cojones que ya lo tienes hecho, vamoosssssss ¡¡. Sigo poco a poco subiendo esas duras rampas siempre andando muy poquito a poco. Soy consciente de que ya no me queda casi nada para terminar, y que tras tanto y tanto sufrimiento ya lo tengo en mis manos.
Tras unos metros, giro hacia la derecha. Alzo la mirada y por fin veo a mi niña desde el balcón animándome. Ahora lloró desconsolademente sin control.
Sigo ascendiendo, ahora no es sudor el que cae en el asfalto, sino lagrimones de felicidad. Sigo llorando. Penúltimo giro a la izquierda. Charlie me trae la camiseta TriCaletera. Me la pongo, mientras sigo sin poder parar de llorar.
Última gran cuesta y último esfuerzo y esto se habrá acabado. Paro antes de subirla. Esitro. Las piernas me tiemblan no se ya si del esfuerzo, si de la deshidratación o de la emoción. Mis rodillas parecen de goma, incluso se me doblan solas. Miro para arriba. Suspiro. Y comienzo a subirla muy poco a poco, llorando con pucherito y todo incluido.
Mi niña viene a por mi, pero le pido que por favor que se vaya para meta, que sino me quedo allí con ella porque aunque solo quedaban unos metros, ya no podía con mi alma.
Como dicen por estos lares, enmorecío como un niño chico, subo poco a poco está última cuesta arreado y animado por todos los amigos que allí finalmente se habían concentrado para verme llegar a meta (Charlie, Pepe, Tragabuche, Manolín, Noelia y muchos más). Ante dichos ánimos y apoyo, en uno de mis arrebatos, hago la tentativa de subirla corriendo, pero Pepe y Fernando el Tragabuche me hacen desistir en el intento (...si es que no tengo arreglo).
Por fin llegó arriba. 100 m. para meta. Paro de nuevo para estirar. Me retuerzo del dolor de piernas. Estiro por última vez, porque quería entrar como mandan los cánones: corriendo. Las piernas me tiemblan, las manos sobre las rodillas para sostenerlas y para que no se me doblaran. Véan el impresionante vídeo que recoge este momento...
Me reincorporo y comienzo a trotar. Entro en la plazoleta. Toda la "marea Azul y Amarilla" que me estaba esperando, me rodea, me abraza, me anima. Me llevan en volandas...¡¡Qué grandes Dios mio ¡¡
Ya piso la alfombra azul, ya veo el arco de meta. No quiero entrar llorando, quiero disfrutarlo pero ya no me quedan fuerzas ni para eso. 50 m. chocó la mano con mi amigo Álvaro allí apostado en meta. Abrazo a Eladio hermano de Jaime, que tras el mismo gran "camballá" que pego, debido al mareazo que llevaba.
Y por fin tras 2 h. 01 min corriendo y sufriendo (imaginénse a 6:28 min. el km. me salió la media de los casi 19 kms. de carrera a pie) y tras 7 h. y 12 min. y 45 seg. de más sufrimiento y calvario, cabizbajo y sin fuerzas para más cruzo mi soñada línea de meta, convirtiéndome así finalmente y felizmente en Titán, pero para que lo voy a negar, también hasta el mismísimo carajo del Titán y de tanto sufrimiento".
Tras estirar unos segundos encaro sin más estos duros miles de metros de constante ascensión, por supuesto andando. Empiezo poco a poco a subir. Por mi lado me adelantan un par de triatletas a trote cochinero, que me animan al verme andando. Al pasarme me pego a uno de ellos, que va un pelín más lento y comienzo a trotar a su ritmo...(hasta en esas circunstancias no pude resistir no picarme). Gran superpique a trote cochinero que protagonizamos ambos en toda regla. A un espeluznante ritmo de 7:45 min. el kms. nos batimos codo con codo en una "lucha" encarnizada para llegar el primero a la presa. En una de esas que veo que se limpia el sudor de su cara, le hago un cambio de ritmo inesperado y me alejo de él a un ritmo demoledor de 7:30 min. el kms. A dicho ritmo en un plis plas, le saco un margen de 12 metros. Pero de repente, cuando me las deseaba muy felices mi jodido isquiotibial me hace parar, perdiendo dicha fabulosa ventaja que le había sacado. Mientras estiro me vuelve a adelantar. Ahora es el que me saca, unos 14 metros. Pero el no para, no anda, sigue y sigue corriendo a sus 7:45 min. el kms. De nuevo comienzo a andar a unos 8:45 min. el kms. Veo que se me está yendo poco a poco, y aumento mi ritmo de deambulación a 8:15 min. el kms. Veo que no es suficiente, ante lo cual comienzo a trotar de nuevo, ya a 7:40 min. el kms. Metro a metro, segundo a segundo le voy recortando de nuevo terreno. De nuevo lo alcanzó. De nuevo lo adelantó. De nuevo me alejo de él. De nuevo me acalambro. De nuevo me paro. De nuevo me alcanza. De nuevo me adelanta. Y de nuevo se vuelve a repetir la historia una y otra vez en toda la subida hasta la presa.
Con el insurso piqué, no me había dado ni cuenta, pero había llegado a la presa y ya estaba de nuevo pasando por boxes. Allí paro de nuevo para estirar mi musculatura dura como el marmol. El triatleta que me venía acompañando, aprovechando la parte llana de la carretera del pantano, aumentó su ritmo y se quitó del medio..."Gracias Compadre no veas el cable que me has echado con el pique".
Tras estirar, me propongo correr la parte llana de la carretera del pantano. Si cuando bajaba en bici precisamente por allí lloraba desconsoladamente pensando que el Titán para el TriCaletero había acabado; ahora de nuevo, más de una hora y media después, al pasar de nuevo por la misma zona comencé a llorar de nuevo como un niño chico, pensando por primera vez en todo el Titán desde que dio el pistoletazo de salida, que si era posible que lo pudiera terminar. Después de tanto y tanto sufrimiento solo me quedaban algo más de 3 kms. para llegar a esa soñada plazoleta, pero no nos engañemos menudos 3 últimos kilómetros que me quedaban, que yendo como iba no las tenía aún todas conmigo.
La parte llana de la presa, la hago en su plenitud corriendo. Una vez que la paso, de nuevo tengo que parar para estirar. Tras ello, comienzo a andar de nuevo dirección al cruce de Zahara, próximo objetivo intermedio. Mientras me dirijo hasta allí andando poco a poco, me encuentro por el camino con mi compi de Club Pepe montado en su bici. Por cortesía y solo por cortesía, me pregunta como voy..."Pepe, que como voy??? quieres que te responda...es muy evidente como voy no?". Pepe ya no me abandonaría hasta llegar a la plazoleta. Arreado y animado por el mismo,..."TriCaletero vamos a correr otro poquito no?"... Pepe fue testigo de mis últimas zancadas corriendo en el Titan...que cocretamente fueron un total de 21 zancadas. Tras estas 21 zancadas, y a unos 300 m. del cruce de Zahara, decidí no correr más y hacer los últimos kilómetros andando en su integridad hasta la plazoleta; uno porque ya no podía dar ni una zancada más, sin que mis isquiotibiales se me cogieran y dos y fundamentalmente, porque ya sabéis como son los últimos kilómetros de la carrera a pie del Titán, con sus más que duras rampas que si en condiciones normales cuesta subirlas hasta andando, pues imaginarse ahora en la condiciones que iba como para hacerlas corriendo.
Sin más llegó al cruce de Zahara, siempre fenomenalmente arropado por Pepe, que no para de darme ánimos y no para de hablarme para que mi sufrimiento sea más ameno y llevadero.
Poco a poco, y mientras Pepe, me cuenta el estado de sus huevecitos recién intervenidos (que krak¡¡), asciendo los primeros rampones que conducen al centro de Zahara. "Puffffff...Dios mio". Me cruzó con Juan Antonio Bruzón, David Waltrapa y Mamen, que me dan ánimos y fuerza para esta parte final, que para como iba, bien me iban a hacer falta. Las pulsaciones me suben exactamente igual que como si las estuviera subiendo corriendo. En cada paso, los isquiotibiales se me tensan e intentan acalambrar. No se cuantas veces, me pare para estirarlos y para intentar que finalmente no se me acalambraran. De nuevo, la pérdida de visión, los zumbidos en los oídos y los sudores fríos hacen acto de presencia. "Pepe, no me quite ojo por tu madre". Me paró. De nuevo no me entra el aire. De nuevo controlo la situación. Respiro profundamente igual que antes. Parece que se me pasa. Sigo ascendiendo andando muy poquito a poco, consciente de lo poquito que me quedaba ya. Por ello, me emociono y comienzo a lloriquear.
Dejó la carretera que va hacía el Puerto de las Palomas, y me desvió hacia la derecha, dirección al centro de Zahara, no si antes subir por su taconcito que mi trabajo me costó incluso andando. "Puffff...voy frito, frito". Allí viene a recogerme también mi gran amigo el Fernando el Tragabuche y Chayanne. Pepe, Fernando y Chayanne, no dejan de animarme y arrearme en ningún momento. "Vamooos Cojones que ya lo tienes hecho, vamoosssssss ¡¡. Sigo poco a poco subiendo esas duras rampas siempre andando muy poquito a poco. Soy consciente de que ya no me queda casi nada para terminar, y que tras tanto y tanto sufrimiento ya lo tengo en mis manos.
Primer giro hacia la izquierda. Veo a mi compi Charlie. Ya escucho la megafonía de la plazoleta. Me puede la emoción. Lloro como un niño chico bajo mi visera.
Última gran cuesta y último esfuerzo y esto se habrá acabado. Paro antes de subirla. Esitro. Las piernas me tiemblan no se ya si del esfuerzo, si de la deshidratación o de la emoción. Mis rodillas parecen de goma, incluso se me doblan solas. Miro para arriba. Suspiro. Y comienzo a subirla muy poco a poco, llorando con pucherito y todo incluido.
Mi niña viene a por mi, pero le pido que por favor que se vaya para meta, que sino me quedo allí con ella porque aunque solo quedaban unos metros, ya no podía con mi alma.
Como dicen por estos lares, enmorecío como un niño chico, subo poco a poco está última cuesta arreado y animado por todos los amigos que allí finalmente se habían concentrado para verme llegar a meta (Charlie, Pepe, Tragabuche, Manolín, Noelia y muchos más). Ante dichos ánimos y apoyo, en uno de mis arrebatos, hago la tentativa de subirla corriendo, pero Pepe y Fernando el Tragabuche me hacen desistir en el intento (...si es que no tengo arreglo).
Por fin llegó arriba. 100 m. para meta. Paro de nuevo para estirar. Me retuerzo del dolor de piernas. Estiro por última vez, porque quería entrar como mandan los cánones: corriendo. Las piernas me tiemblan, las manos sobre las rodillas para sostenerlas y para que no se me doblaran. Véan el impresionante vídeo que recoge este momento...
Me reincorporo y comienzo a trotar. Entro en la plazoleta. Toda la "marea Azul y Amarilla" que me estaba esperando, me rodea, me abraza, me anima. Me llevan en volandas...¡¡Qué grandes Dios mio ¡¡
Ya piso la alfombra azul, ya veo el arco de meta. No quiero entrar llorando, quiero disfrutarlo pero ya no me quedan fuerzas ni para eso. 50 m. chocó la mano con mi amigo Álvaro allí apostado en meta. Abrazo a Eladio hermano de Jaime, que tras el mismo gran "camballá" que pego, debido al mareazo que llevaba.
Y por fin tras 2 h. 01 min corriendo y sufriendo (imaginénse a 6:28 min. el km. me salió la media de los casi 19 kms. de carrera a pie) y tras 7 h. y 12 min. y 45 seg. de más sufrimiento y calvario, cabizbajo y sin fuerzas para más cruzo mi soñada línea de meta, convirtiéndome así finalmente y felizmente en Titán, pero para que lo voy a negar, también hasta el mismísimo carajo del Titán y de tanto sufrimiento".
Os dejo el impresionante vídeo de mi llegada, para que lo veáis mientras le pego el último bocaito al sandwich, que ahora os cuento todo lo que pasó tras cruzar la línea de meta, porque esto aún no ha acabado...
Qué grande eres, mamonazo!!! jejejeje... La mega crónica no tiene desperdicio!!
ResponderEliminarEres mi ídolo!!
¡Joder! ¡Lo que sufriste es la leche! Y nosotros,leyéndolo, aun sabiendo que hay final feliz, lo hemos sufrido de nuevo contigo.
ResponderEliminarEres grande, es increible cómo te has sobrepuesto a todas las dificultades. Definitivamente estás hecho de otra pasta, o mejor dicho de otro metal: EL HIERRO. Más pronto que tarde lo demostrarás, no me cabe la menor duda.
Un abrazo, fiera.
impresionante documento,se me han subido los gemelos y el biceps femoral leyendo esta entrega,uffffffff.que manera de sufrir compadre.imperdonable despues de tanto sufrimiento no levantar los brazos al entrar en meta y gritar de rabia ploclamandote vencedor de esta dura batalla,la venganza será terrible,seguro.un abrazo pisha
ResponderEliminarQ GRANDE ERES OSCAR!!!!
ResponderEliminarBuen Relato y Dura carrera. De lo vivido se aprende.
Pdt// soy anonimo(como el escritor del Lazarillo de Torme) jajajaj no joe, soy el Isra
ERES MUY GRANDE OSQUITA!!! CUIDATE Y MUCHO ANIMO PARA ESTE AÑO...
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